domingo, 22 de noviembre de 2009

Un momento de reflexión.

Donde no llega la cobertura telefónica. Donde los comerciantes no tienen grandes escaparates a la última moda extranjera. Donde la conexión wi-fi es una utopía. Donde las cuentas aún se hacen con tiza y no en una pantalla portátil de importación japonesa. Allí, sólo ahí, pude reencontrarme Contigo.
El Sol había menguado ya, el horario laboral estaba acabando para la mayoría y las calles mercantiles se antojaban repletas de gentes con bolsas de aquí para allá o simplemente perdiendo el tiempo de escaparate en probador, que la gente también se aburre. Pues en ese contexto existe una cara oculta, que está deseando ser descubierta y que por desgracia pocos se preocupan en conocer. Una faz solitaria, de farolas dispersas, charchos "perfumados", escasa de visitas y limitadas en estética. Sin embargo, en este rostro he podido conocer nuevamente la Luz, la única que es capaz de penetrar las tinieblas más espesas y llevar el compás necesario para romper cualquier silencio.
En esa Sevilla abandonada, sólo por los cargos y los turistas, se puede saborear el pensamiento. Perderme por esas calles, andar al ritmo que tu respiración marque, entrenerte con cualquier tontería, enrevesar tus pensamientos en roleos barrocos o reflexionar en lo mundano, es un lujo que algunos escogidos se pueden permitir de manera usual. Yo el otro día me lo permití y cuando acabé fui a ver al Padre. Todo se ve más claro y toma sentido.
Por favor, hacedlo algún día y perdonádme por este "tostón" de entrada.

1 comentario:

La Gente del Costal dijo...

¿Perdón por este tostón de entrada? si es un entradón sobrino,jejeje.
Un abrazo criatura.